Aguafuertes en el desierto

Un gobierno, un día

Por Walter Calabrese

Un gobierno que desprecia a la cultura construirá un país sin altura.

Un gobierno que expulsa a sus científicos creará una nación dependiente

Un gobierno que menosprecia la educación pública estará reclutando un ejército de analfabetos funcionales que caminan por la vida sin un criterio crítico.

Un gobierno que condena a los ancianos a vivir sin dignidad ni remedios es más cruel que un verdugo a sueldo.

Un gobierno que asfixia a las gestiones provinciales buscando obtener votos para sus leyes estará sembrando espinos en campos fértiles.

Un gobierno que maldice a la clase política puede caer en el pozo de la ceguera autorreferencial mesiánica, lo que deriva en un engendro dictatorial, un minotauro impredecible.

Un gobierno que alienta la violencia en las redes sociales y en las calles apaleando al que cree distinto, solo permitirá que el desencanto se transforme en un grito unificado para decir basta.

Un gobierno que castiga a los trabajadores con sueldos magros verá pronto el fogonazo de la rebelión de las masas.

Un gobierno que descuida la soberanía nacional es simplemente un vil empleado de las corporaciones que se llevan nuestras riquezas naturales.

Un gobierno que renuncia a la independencia económica al utilizar otra moneda, perderá toda capacidad para gestionar lo propio.

Un gobierno que descree de la justicia social desprecia la calidad de vida de los habitantes de esta bendita tierra y los condena a ser súbditos del libre mercado.

Un gobierno que no cree en el rol de un Estado presente para conducir el destino de una Nación, es un grupo de apátridas que vinieron a hacer sus negocios.

Un gobierno es débil cuando se jacta de la mano dura, porque es como un árbol sin raíces humanitarias, que tarde o temprano caerá por el peso de su soberbia.

Un gobierno que desprecia el debate y el disenso no es democrático.

Un gobierno que cree poseer las virtudes para ser juez de los políticos sin hacer autocrítica, es solo un grupo de fascistoides que se infiltraron para intentar desfigurar el concepto de democracia.

Un gobierno sin sensibilidad social no cuida del prójimo y ofende a Dios.

Un gobierno que desde la crueldad disfruta sin conmoverse del sufrimiento del otro naturaliza la violencia institucional para destruir los lazos sociales tradicionales.

Un gobierno que desde la crueldad disfruta sin conmoverse del sufrimiento del otro naturaliza la violencia institucional para destruir los lazos sociales tradicionales.

Un gobierno que alienta los discursos de odio beberá de la misma copa en la que vertió su veneno.

Un gobierno sin solidaridad social solo le hace bullying a los más necesitados.

Un gobierno que no acepta consejo es un barco a la deriva que sin contemplaciones va.

Un gobierno que desalienta la obra pública verá como se agrietan y avejentan las estructuras de edificios, maquinarias, trenes, represas, escuelas, hospitales…con ello crece la precariedad. Eso se llama abandono y descuido del patrimonio público.

Un gobierno que no cuida el mercado interno generará retracción económica y más desempleo.

Un gobierno que te cuenta que el ajuste con sacrificio traerá beneficios, sólo relata escenarios inexistentes, imaginados en teorías que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia. Son cuentos sin final feliz, ya lo vimos en los años 90.

Pero…

Un día, frente a ese gobierno, despertará la población abrumada por tanto desatino y dirá basta en las urnas, en las calles y desde la cultura. Porque ese día comprenderán, tardíamente, que el poder reside en el pueblo y no en los votos que alguna vez les birló un outsider en una campaña enmarañada y confusa, manipulada desde las más grises sombras de las redes sociales.

Un día la realidad mostrará que aquel que se disfrazó como cachorro de león era sólo una voraz ave de rapiña al servicio del capital transnacional.

Un día el pueblo votará con mayor claridad y correrá a los cipayos del poder.

Un día será agradable poder dialogar amablemente con el que piensa distinto, porque la democracia implica el poder disentir con respeto. 

Un día la paz social se conquistará con la inteligencia de un pueblo unido.

Un día aparecerá un líder que quiera a la Patria y su gente, será un nuevo amanecer. Deberá tener el coraje de nuestros próceres para dar vuelta la historia, para defender lo nuestro con uñas y dientes. 

Su liderazgo será un nuevo faro, porque alentará el debate con respeto, porque conducirá sin aspavientos ni discursos grandilocuentes, porque su humildad y sencillez lo pondrán a la misma altura del ciudadano de a pie.

Ese líder está madurando entre nosotros, pronto llegará. Camina a la par, escucha, alienta, sufre con el caído, tiende una mano sin esperar nada a cambio, ora, habla con Dios, busca su guía. Es consciente del valor de la lealtad y el respeto por el prójimo. 

Su carisma crece en el abrazo diario con el vecino, es su don natural el pensar en las necesidades de cada ciudadano. 

Allí va un nuevo líder, camina con nosotros, pronto lo descubriremos tomando la pala para sembrar los campos. También lo verán ayudando en la cosecha. Es un trabajador más, porque es peronista de Perón, simplemente cree que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. Por eso acompaña…

Es un líder que ha trabajado en una escala local, codo a codo con el vecino, pero que tiene la visión para proyectarlo a nivel provincial. Así surgen cada tanto los líderes carismáticos, salen por debajo de las piedras dice un amigo, pues sus rasgos de carácter son particularmente infrecuentes, atributo que le permite establecer un fuerte vínculo con sus seguidores. Esa lealtad al pueblo le da legitimidad para tomar las riendas de la conducción. Además, conoce la doctrina peronista y la pone por obra, sabe que conducir no es lo mismo que dar órdenes, sabe que es un arte que consolida la autoridad.

Un líder carismático conduce pensando en la grandeza de la Patria y en la felicidad de su pueblo. Perón y Evita lo fueron, supieron hilvanar un fuerte lazo con los trabajadores, y le mostraron al mundo que se puede mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Sólo basta con revisar la historia del primer gobierno de Perón para comprobar las grandes conquistas sociales y el notable desarrollo industrial.

Ese espíritu es el que debemos rescatar para cuidar nuestra Nación y devolverle su dignidad al trabajador, para apuntalar al que sostiene una Pyme y la industria nacional, para proteger a nuestros jubilados, para defender la educación de nuestros niños y jóvenes en la escuela pública, para incentivar la investigación científica.

Lo conozco, ese líder está caminando entre nosotros, pronto lo conocerán. Falta poco.

Ya viene, no desesperen…ese día llegará y volveremos a cantar y bailar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *