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Trump no encuentra la paz, pospone la reunión con Putin en Budapest

Por Walter Calabrese*

Los intentos por alcanzar un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia quedan estancados por la postura adoptada por el Kremlin. La decisión de postergar una nueva cumbre se tomó luego de la llamada telefónica que mantuvieron el lunes el secretario de Estado, Marco Rubio, con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien había sostenido que Moscú se oponía a un alto el fuego inmediato en el conflicto que mantiene con Ucrania, aduciendo que eso iría en contra de lo que se había acordado en agosto en Alaska.

Además, Lavrov acusó a los europeos de buscar convencer a la Casa Blanca para que cambie su postura. Con esas declaraciones, quedaron empantanadas las esperanzas de un punto de partida para acordar con Rusia que el alto al fuego fuera la línea del frente actual. El martes, los líderes europeos que respaldan a Ucrania habían dado el visto bueno a la medida que había sido sugerida por Donald Trump. Lavrov también cuestionó que la ciudad húngara fuera el espacio elegido para la reunión y se preguntó cómo haría Putin para volar a Budapest, teniendo en cuenta la amenaza latente de Polonia de hacer efectiva la orden de captura de la Corte Penal Internacional que está vigente en esa geografía.

Rusia, además, sigue defendiendo la postura de que se deben resolver las causas originales del conflicto antes de acordar poner fin a la guerra, en relación al deseo de Kiev de ingresar en la OTAN y cuidar los derechos de los rusoparlantes.

Luego de esas declaraciones, Trump afirmó que suspendía la reunión en Budapest con Vladimir Putin porque no quiere que sea “una pérdida de tiempo”. Desde el Kremlin también anunciaron que no tenían apuro en concretar un nuevo encuentro entre ambos mandatarios. Dmitri Peskov sostuvo el martes que «se necesita preparación, una preparación seria» antes de coordinar una reunión de tal relevancia. En el mismo sentido, un funcionario de la Casa Blanca confirmó que «no hay planes» para que el presidente Trump se reúna con su par ruso en un futuro cercano.

El encuentro en Budapest, auspiciado por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, cercano a Moscú, iba a ser la segunda cumbre entre Putin y Trump. Anteriormente, se habían reunido en Alaska el 15 de agosto para intentar poner fin a la guerra con Ucrania, pero no se concretaron acuerdos ni avances promisorios.

Los cambios de planes pueden suponer un cierto alivio para la Unión Europea, pues acusa al líder ruso de intentar ganar tiempo jugando a la diplomacia, cuando lo que busca Putin es avanzar en el campo de batalla.

Por su parte, Keir Starmer, primer ministro británico, Emmanuel Macron, presidente francés y el canciller alemán, Friedrich Merz, ya habían adelantado que se oponían a cualquier artimaña para que Ucrania cediera el territorio capturado por Rusia a cambio de un acuerdo de paz, como Trump expuso en su último viraje en las negociaciones. Desde Europa, también se respaldará la idea de usar los activos rusos bloqueados para financiar a Ucrania en su lucha y reconstrucción del país. En ese sentido, el viernes se celebrará una reunión de la Coalición de Voluntarios, conformado por 35 países que acompañan a Ucrania en esta guerra.

Los líderes europeos han expresado su apoyo a los esfuerzos de Trump para lograr la paz en Ucrania. Emitieron una declaración suscrita por los jefes de Estado y de Gobierno de Ucrania, el Reino Unido, España, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Polonia, Dinamarca, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

En ese sentido, se aguarda con inquietud  la reunión que el miércoles Trump mantendrá en la Casa Blanca con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Por otra parte, la alianza militar europea ha coordinado las entregas de armas a Ucrania, las cuales fueron compradas a Estados Unidos por Canadá y los países europeos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha buscado reforzar la posición de Ucrania pidiendo a EEUU misiles de largo alcance Tomahawk. «Tenemos que poner fin a esta guerra, y sólo la presión conducirá a la paz», aseguró Zelenski el martes en Telegram.

Los cambios de postura en las negociaciones guiadas por Trump no han ayudado para avanzar en un camino hacia la paz, puesto que frecuentemente termina cediendo a las exigencias de Moscú, en detrimento de las necesidades de la población ucraniana.

En pocas semanas, las ideas de Trump fueron variando. El mes pasado, luego de  una reunión con Zelenski en el ámbito de las Naciones Unidas, Trump sostenía que Ucrania podría recuperar todo el territorio que había perdido en la confrontación con Rusia. No obstante, en una llamada telefónica con Putin la semana anterior y luego de una reunión con Zelenski el viernes, Trump volvió a cambiar de idea e invitó a Kiev y Moscú a “detenerse donde están” en la guerra que lleva más de tres años. El domingo, el presidente estadounidense vuelve girar el timón en otro sentido y declara que la región industrial del Donbás, ubicada al este de Ucrania, tendría que ser “dividida”, quedando la mayor parte del territorio en poder de Rusia.

El equívoco de Trump fue haber anunciado con bombos y platillos la cumbre en Budapest, pues su zigzagueante relación con Putin  ya daba muestras de que el mandatario ruso no tiene intenciones de un acuerdo de paz. El ejemplo más claro es el enjambre de drones que atacaron con crudeza las plantas de energía en Ucrania, una estrategia que apunta a usar el invierno como arma que amedrente a la población civil. A ello, se suma la constante incursión de drones en Polonia y países del Báltico, cuestión que ha obligado a la Unión Europea a crear un muro de drones defensivos.

El presidente Trump se engolosinó en discursos grandilocuentes por la paz, envalentonado por lo alcanzado en Gaza, un acuerdo que hasta ahora parece sujeto con alfileres por la falta de acatamiento del alto fuego de Hamás e Israel. Sus ambiciones se enfrentan con un inmenso muro que le brinda la realidad: no existe un relanzamiento de su diplomacia con Putin. Por momentos lo ha tratado como un líder cercano e incluso ha intentado presionarlo al premier ruso, pero nunca ha tomado acciones para frenar o penalizar a Rusia de manera eficiente.

Daniel Fried, un ex embajador de Estados Unidos en Polonia y diplomático norteamericano de alto rango, hizo referencia a ese accionar del presidente de EEUU: “La cuestión es si Trump comprenderá, y cuándo lo hará, que para obtener los resultados que desea tiene que presionar a Putin”. Fried cree que “Putin sigue jugando con él”.

Nadie está ajeno al deseo de Trump por alcanzar el Premio Nobel de la Paz, un galardón que lo desvela y que lo empuja a realizar acciones poco planificadas, a cometer errores de cálculo y a dejar que su vanidad se interponga incluso por encima de los intereses de los ciudadanos estadounidenses. Para alcanzar el Nobel hay que procurar la paz, algo que por ahora se le escurre entre sus anhelos de grandeza y los actos que contradicen dicho propósito, como la persecución y maltrato de inmigrantes, los ataques a lanchas en el Caribe, los discursos racistas, o cómo poder olvidar el rol que tuvo Trump en el ataque al Capitolio años atrás. Lo peor es que sostuvo la mano de Netanyahu en el gatillo durante dos años, Trump es cómplice del genocidio perpetrado en Gaza por Israel. Es hora que alguien le avise a Trump que con esos antecedentes no puede ganar nunca el Premio Nobel de la Paz.

En el plano interno, tampoco encuentra paz el mandatario norteamericano, las marchas “No Kings” (No a los reyes) contra su gestión movilizó a 7 millones de personas, que salieron a la calle en más de 2.500 ciudades en los 50 Estados para protestar contra lo que entienden como una gestión autoritaria del Gobierno de Trump. Algo no anda bien en el norte, compran pesos a Argentina, descuidan a sus granjeros que producen soja y carne para “ayudarnos”, la Casa Blanca anuncia que despedirán 10.000 empleados federales por el cierre del gobierno, también envía al ejército y a la Guardia Nacional a ciudades que dice Trump están “infectadas por la izquierda”… Demasiado para una Nación que se jacta de ser la democracia más ordenada del mundo.

Para desear la paz hay que ser respetuoso, dialoguista, empático y pacífico, algo que no aparece en el ADN de Trump. Ahora se entiende porque se acerca a Milei, sólo creen en la política del maltrato. En el actual contexto, el maltratado de turno es Zelensky y el pueblo ucraniano. Quiénes siguen en la lista, Venezuela, Colombia, Argentina…

*Periodista

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