Aguafuertes en el desierto

Un quijote manchado

Por Walter Calabrese*

La humanidad ha entrado en un trance incierto, al ciudadano común le cuesta diferenciar los buenos de los malos, los leales de los traidores, los bufones de los estrategas, los genocidas de los bienhechores. 

Se habla de hartazgos, de decepciones, de cambio de época, de ilusionistas que arropan bebés mientras venden a sus madres. Fatal desconcierto, mucho ruido y sin nueces para digerir, tanto desatino en las redes sociales nubla la vista y apaga la empatía. 

Algunos creen encontrar luz en las pantallas rectangulares, pero sólo son destellos efectistas que ocultan las artimañas interesadas de algoritmos dirigidos como marionetas para contentar a los que lograron tener el sartén por el mango.

Así, han logrado construir un escenario gris, un país dividido, con tristeza en cada esquina, donde deambulan ciudadanos que no llegan con el mango a fin de mes, que recortan salidas, ya no van al cine ni a comer afuera, tarjetean con frenesí para llevar lo necesario a la mesa, con jubilados que padecen los miércoles y cada día frente a la caja del supermercado. Son los nuevos malabaristas de un circo que ya no tiene pan para dar. 

Pero, el circo sigue abierto, el bufón y la cajera van de rodillas a pedir limosna al norte creyendo que pueden hacer algo en octubre. No entendieron nunca que en las urnas le dijeron que no habrá más pena ni olvido. No comprendieron aún que el amor por la motosierra se apagó, que el humor social cambió por tantos destrozos.

Paradojas del destino, el supuesto defensor de la libertad ha quedado esclavo de sus palabras e insultos, vendió que era un cleaner que venía a limpiarnos del pasado, y resultó ser un malware, un rancio virus que contaminó al Estado. Así, la Mancha se comió al Quijote, en su paranoia encontró molinos de viento tan irreales como su dañino plan de gobierno.

Y mientras parte del mundo, tardíamente, grita de dolor por el genocidio en Gaza, el quijote manchado viaja al norte para reunirse con los dos líderes opacos, con los responsables de la calamidad humanitaria. Y encima respalda a Netanyahu, un verdadero prestidigitador de lo siniestro, un ave de rapiña insaciable. Incomprensible tanta sumisión por un puñado de dólares.

Y el hombre que recibe “señales” de sus perros adhiere a los discursos de odio para dinamitar el pasado, sin saber que el odio es como el ácido, carcome y rompe todo, no queda nada. Con esa lógica, el bufón dejó un país derruido, gastado por el maltrato, decaído por la humillación, con bolsillos resecos de tanto ajuste innecesario, lastimado de tanta saña con los más vulnerables.

El ex panelista servía de títere para las corporaciones que se llenaban la panza con dólares baratos en la timba financiera. Ahora, a juntar la cosecha y cambiar de bufón, porque al actual se le terminó la cuerda. Acá, ya le soltaron la mano, en el norte quieren hacerlo caminar por el agua. Tampoco allí comprenden del dolor del prójimo, sólo ven números y posibles negocios a futuro, porque no es gratis la ayuda.

No obstante, el quijote sigue creyendo que no está manchado por sus relatos y maltratos, no comprende que solo le queda un rato…

No crea que el FMI con sus dólares frescos y sin retenciones al campo se vaya a tapar el entuerto, mantengamos los ojos bien abiertos, porque esto ya lo hemos padecido, no hay ajuste que no nos haya empobrecido. Entienda que ese viaje al norte tiene olor a desgaste, que solo traerá un parche para remendar el papelón.

No queremos más ficción, es hora de ver la realidad, es tiempo de hacer valer el voto para romper con la noción de que el pasado fue peor. Basta de quijotes, no vale la pena llorar si le damos pie a uno que vende la patria para salvar a unos pocos. Es tiempo de rescatar la política para darle aire al debate, porque sin acuerdos y consensos no se construye nada. 

Los autócratas no debaten, sólo se miran el ombligo y no escuchan a nadie, venden humo y culpan al otro de los errores. Te hablan de libertad y solamente la aplastan con vehemencia, porque les duele que alguien les diga la verdad o algo opuesto. No entienden de diálogos porque hablan incomprensibles monólogos, donde se felicitan por hechos que no existen. Naufragan en relatos inexplicables, hasta infantiles, muy lejos de la realidad que vive el ciudadano cada día. Son líderes opacos, no pueden brillar, porque no pueden concebir ideas superadoras en donde el otro importe, son indiferentes ante el dolor del compatriota.

El domingo pasado, en el Ángelus, el Papa León XIV realizó un llamado a la paz en Medio Oriente: “No hay futuro basado en la violencia, en el exilio forzoso, en la venganza. Los pueblos necesitan paz: quien los ama de verdad, trabaja por la paz”. También dijo que “la gente necesita paz”, y ese pedido abarca a toda la política también, responsable directo del maltrato de los pueblos, que no solo se hace evidente en las guerras, sino que es visible en los gobiernos que caminan en la cornisa de la democracia avasallando los derechos que garantiza la Constitución. En este sentido, el Papa pronunció una crítica dirigida hacia los principales líderes del mundo: “la Iglesia reza para que los gobernantes de las naciones sean libres de la tentación de utilizar la riqueza contra el hombre, transformándola en armas que destruyen a los pueblos y en monopolios que humillan a los trabajadores”. El mensaje es también para quien lidera la Argentina, pues su gestión encontró todas las formas posibles para humillar a los trabajadores. La venganza política no es una opción, el ajuste tampoco, el maltrato a los ciudadanos no es viable, fue el mensaje que ese escuchó claramente en las urnas en septiembre.

El bufón pensó que podía vetar la esperanza, y el pueblo le contestó en las urnas, le dijo veto tu egoísmo, tu odio, tu relato falaz, tu mirada impiadosa de los más vulnerables, tus insultos permanentes. No hay peor aguijón para un presidente que ver vetado su mandato por su propia impericia.

Por ello, es imperioso que repensemos todo, repatriemos el debate político, el diálogo con el vecino aunque piense distinto y acordemos que la antipolítica es nociva porque solo busca destruir el Estado y expulsa al que piensa distinto. Para ese cometido, nos queda una gran herramienta: el voto.

Votá pensando que el país necesita líderes que crean que la solidaridad social es parte de la política. Porque la mezquindad de este gobierno sólo ha traído miseria, desempleo y tristeza a muchas familias.

Votá pensando que necesitamos un Estado presente, porque sin ello los lazos sociales se deshilachan y queda un país inconexo, con habitantes que no pueden integrarse laboralmente, porque son expulsados por un sistema que privilegia a un mercado anárquico, puesto que en él sólo es válido el interés particular y no el interés de la sociedad toda.

En la niebla espesa que ha quedado, sólo nos queda una certeza: que el voto tiene peso para cambiar esta historia. Amigo, no ignore la cuestión, es preciso que en octubre encontremos una respuesta diferente. 

*Periodista

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